viernes, 9 de octubre de 2015

Actividad 3 Esparta



TEXTO 1 LA EDUCACIÓN ESPARTANA HASTA LOS 7 AÑOS

  Esparta implantó una estricta “EUGENESIA” destinada a lograr niños sanos y fuertes. El niño era examinado por la Comisión de Ancianos, para determinar si era hermoso, de constitución robusta y si podría convertirse en un buen guerrero. En caso de que se tratara de un bebé débil o con malformaciones, era llevado al pie del “Monte Taigeto” donde se le arrojaba por un barranco.

Ahora bien, si superaba la primera prueba de su vida recibía un lote de tierra y se autorizaba a su familia para que lo criara. Desde entonces su destino estaba trazado: si había nacido varón no podía ser otra cosa más que soldado.

Sus padres ponían especial énfasis en liberarlos de los terrores de la infancia. Debían ser valientes desde que eran capaces de andar por sí mismos y demostrar que no tenían miedo a la oscuridad, que la soledad del bosque no les infundía temor y se les prevenía contra las supersticiones: el destino lo forjaban ellos, no otros. La voz de los dioses podía escucharse, pero el fuerte debía demostrar su fortaleza especialmente cuando estaba sólo. Estos valores eran infundidos a los niños por sus NODRIZAS, una de las instituciones más apreciadas de la vieja Esparta. Era también costumbre bañarlos con vino, pues existía la creencia (así lo afirma el mismo Aristóteles) de que provocaba convulsiones, haciendo que las naturalezas enfermizas sucumbieran enseguida y robusteciendo, en cambio, las sanas. Las nodrizas espartanas llegaron a gozar de fama en algunas regiones de Grecia.

TEXTO 2 A PARTIR DE LOS 7 AÑOS

A los 7 años el niño abandonaba el entorno familiar. Su educación seguiría hasta los veinte años en régimen militar, pasando a cargo del Estado. Se integraban en una "agelé", especie de unidad militar infantil.

Se ponía énfasis en la disciplina, la obediencia ciega y la rivalidad con sus iguales. El proceso era observado por los ancianos, pero eran jóvenes de mayor edad  los componentes de las Agelai  que les supervisaban: entre ellos, uno hacía las veces de supervisor general (PAIDONOMO) y varios otros eran los que castigaban (MASTIGOFOROS; los portadores del látigo).

El niño espartano aprendía pronto a resistir el frío y el calor, su vestimenta no variaba a lo largo del año y siempre era ligera. Por las noches dormía sobre cañas trenzadas que él mismo construía con sus manos. Era alimentado por el Estado con la famosa sopa de bodrio, compuesta por tocino hervido con sal y vinagre. Si quería comer más –y era necesario comer más para soportar el esfuerzo– debía proveerse él mismo de alimento. Se admitía el hurto para alimentarse, pero si era sorprendido cometiéndolo se le castigaba con una dureza que podía ir desde morderle el pulgar hasta azotarlo. Así se desarrollaba el espíritu de supervivencia, la habilidad, mientras que el niño se familiarizaba con el riesgo.
Durante la infancia, todo el énfasis se pone en el rigor y la disciplina. Estos son principios básicos de la esencia de lo espartano. A los niños se les corta el pelo al rape (más tarde, cuando sean efebos, lo llevarán largo y bien cuidado), van habitualmente descalzos y hacia los doce años sólo se les permite ya un himatión (manto de lana de una pieza) al año y ningún quitón (la habitual túnica corta, atada sobre los hombros). De hecho, la mayor parte del tiempo -en el gimnasio, en sus juegos- van desnudos y mugrientos, porque raramente se les permite bañarse. Los quemaba el sol y se bañaban en agua fría hasta en invierno. Dormían juntos, comían juntos, vivían juntos y jugaban juntos.

TEXTO 3 ENTRE LOS 12 Y 20 AÑOS

Entre los 12 y los 14 años pasaban a ser "Eirines" (EFEBOS) y, según iban pasando los años, entraban a formar parte de diferentes grupos que recibían un nombre u otro en función de la edad.

Al aumentar en edad dirigían grupos más jóvenes actuando como sus jefes. Al convertirse en efebos, guerreros versados en las armas, la música, la poesía y la mitología, e impregnados hasta la médula de los conceptos del Deber, el Honor y la Obediencia. Además podían dejarse el cabello largo propio de los soldados.

Para entrenar el físico, aparte de los castigos y prácticas, lo más frecuente era apalearlos. El lugar de apaleamiento se encontraba ubicado en un pequeño bosque que podía acceder a él cualquier ciudadano de Esparta.

Los espartanos tenían continuamente que superar duras pruebas, una de las más importantes era la KRIPTEIA, que se realizaba entre los 18 y 20 años de edad. Era el principal método de sojuzgación espartiata: los jóvenes espartanos parten a tierras ilotas con una daga (cuchillo) y algo de comida con objeto de matarles durante la oscuridad de la noche (por el día se ocultan).

  Se esperaba del joven que llegara a expresar sus ideas con solidez, pero de forma breve y mordaz, al tiempo que con gracia.

Y valores. Sobre todo, se les inculcaba valores. El primero de todos era la AUSTERIDAD. El soldado en el frente debe hacerlo todo contando con nada. Debe estar preparado para la guerra pero no incitar a la guerra.

La vida de los jóvenes era extremadamente dura hasta los 18 años y, a pesar de que a esa edad, el legislador consideró que ya habían adoptado los valores que a partir de ese momento tendrían presentes toda su vida, hasta los 30 años seguían careciendo prácticamente de vida privada.

TEXTO 4 A PARTIR DE LOS 20 AÑOS
A los 20 años entraba en una "Sissitia" o "FIDICIA" (comida comunal) integrándose dentro del organigrama del ejército espartano. Todos los varones adultos tenían la obligación de comer juntos. Para ello se formaban "cofradías" de alrededor de quince personas (las mismas que, en la guerra, compartían una carpa más algunos ancianos). Era una obligación para todos los varones pertenecer a una de estas fidicias y aportar cada mes la parte proporcional de higos, carne, queso, harina y vino.

La palabra Fidicia indica “amistad”, pero también “ahorro”. En realidad, se trataba de estimular una amistad entre los hombres tan fuerte que los convirtiera en combate en una unidad de choque sin fisuras y en el que cada combatiente podía estar seguro del apoyo que recibiría de su compañero. En cuanto al sentido del ahorro, remitía al valor de austeridad, primero de todos los que insertaba la “agogé” y que rechazaba la gula y su manifestación externa, la obesidad.
El plato que inevitablemente se servía era la “sopa negra” (hecha con carne y vísceras hervidas en sangre y vino) precedida de queso, seguida por unos cuantos higos, y acompañada por una simple torta de harina.
Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, aunque lo comunitario pesara más que lo individual, el espartano se quería tanto a sí mismo como quería a su comunidad.
A los 30 años entraba en la APELLA (Asamblea de los Iguales), pasaba a formar parte, también, de la ciudadanía espartiata.
Según Plutarco, los valores que la Agogé trataba de inculcar eran obedecer bien, ser firme en la dificultad y vencer o morir combatiendo.
TEXTO 5 EDUCACIÓN DE LAS NIÑAS
Las niñas también debían pasar por la "Eugenesia". Eran examinadas al nacer, si eran débiles o con malformaciones se arrojaban a un barranco. Las mujeres recibían también una educación gestionada por el Estado, basada en la gimnasia, la lucha y el atletismo, y que tenía como finalidad principal capacitarlas para engendrar niños sanos y fuertes, futuros guerreros. Se trataba de combatir los rasgos considerados femeninos (gracia, cultura) mientras se endurecía el cuerpo. La mujer espartana llevaba habitualmente el peplo arcaico, sin coser por el costado.
En las ceremonias religiosas y en las fiestas iban directamente desnudas, lo mismo que en las competiciones públicas de atletismo o lucha.
La educación femenina buscaba también reducir al mínimo los sentimientos: el matrimonio no debía ser sino la ocasión de producir futuros guerreros. Incluso el préstamo de esposas entre amigos se consideraba normal, y no era oficialmente vergonzoso ceder la propia a alguien más joven y fuerte para que engendrara de ella hijos igualmente vigorosos. Las mujeres que asistían a los juegos olímpicos eran únicamente mujeres solteras y en "busca de esposo". Las esposas y las niñas no podían asistir a estas fiestas.
Daban mucha importancia al escudo, ya que pensaban que no sólo cubría al portador sino también al hombre que tenía al lado, por ello lo consideraban un símbolo de camaradería. De ahí la famosa frase que dice una madre a un hijo antes de partir a la guerra: "Vuelve con tu escudo o sobre él".


 




 

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