martes, 8 de septiembre de 2015

RELIGIÓN O CREENCIAS DE LOS ANTIGUOS EGIPCIOS.


 
El pueblo egipcio fue uno de los más religiosos del mundo antiguo; la religión ocupó todos los aspectos de la vida cotidiana. Adoraban múltiples dioses (politeísmo), divinizaban las fuerzas naturales (naturalismo), los representaban con forma animal (zoomorfismo), o humana (antropomorfismo) y también en forma mixta, mezcla de animal y humana.
Entre los dioses más destacados encontramos al sol, llamado Ra en Menfis o Amon en Tebas. Uno de los dioses más populares fue Osiris que, según la leyenda, fue muerto y despedazado por su hermano Seth. Su hermana y esposa Isis rehízo su cuerpo y le devolvió la vida. Según las creencias, esta fue la primera momia.

Inmortalidad. La muerte era concebida como la separación de los elementos espirituales (Ka y Ba) del cuerpo. El aspecto más original y creativo del pensamiento religioso egipcio fue la creencia en la inmortalidad del espíritu. Deseaban una vida plena, cómoda y agradable tanto en este mundo como en el más allá, de allí su concepción optimista de la vida. Se podía lograr si se conservaba el cuerpo (momificándolo) y el alma pasaba el Juicio de los muertos.

Momificación. Lleva a una serie de  ritos muy complejos. Así los describía el historiador Herodoto en la Antigüedad:”(…) tienen oficiales especialmente destinados a ejercer el arte de embalsamar; los cuales, apenas es llevado a su casa algún cadáver, presentan desde luego a los conductores, unas figuras de madera, modelos de su arte, las cuales con sus colores remedan al vivo un cadáver embalsamado (…) Enseñan después otra figura inferior (…) y por fin otra tercera más barata y ordinaria, preguntan de qué modo y conforme a qué modelo desean se les adobe el muerto; y después de entrar en ajuste y cerrado el contrato, se retiran los conductores. Entonces, quedando a solas los artesanos en su oficina, ejecutan en esta forma el adobo de primera clase. Empiezan metiendo por las narices del difunto unos hierros encorvados, y después de sacarles con ellos los sesos, introducen allí sus drogas e ingredientes. Abiertos después los ijares con piedra de Etiopía aguda y cortante, sacan por ellos los intestinos, y purgado el vientre, lo lavan con vino de palma y después con aromas de los cuales exceptúan el incienso, y cosen últimamente la abertura. Después de estos preparativos, adoban secretamente el cadáver con nitro durante setenta días, único plazo que se concede para guardarle oculto; luego se le faja, bien lavado, con ciertas vendas cortadas de una pieza de finísimo lino, untándole con aquella resina de que se sirven los egipcios en vez de cola. Vuelven entonces los parientes por el muerto, toman su momia, y la encierran en un nicho o caja de madera, cuya parte exterior tiene la forma y apariencia de un cuerpo humano y así guardada la depositaban en un aposentillo, colocándola en pie y arrimada a la pared (…) He aquí el modo más exquisito de embalsamar los muertos (…) El método de que suelen echar mano los que tienen menos recursos se reduce a limpiar las tripas del muerto a fuerza de lavativas, y adobar el cadáver, durante los setenta días prefijados restituyéndole después al que le trajo para que lo vuelva a su casa”. Herodoto. Libro I; LXXXVI; LXXXVIII. Se lo acompañaba de estatuas que le podían reemplazar en caso que no se conservara adecuadamente; y de ofrendas alimenticias, así como una copia del “Libro de los muertos”. 

Juicio de los muertos. En este juicio se pesan las obras  de un hombre para saber si es  digno de ir al reino de Anubis. El  muerto tiene que declarar, siempre con un sentido negativo (no maté, no robé…), y su declaración será puesta por escrito, así como el resultado del peso del alma, por el Dios de  la sabiduría, Thot. El que  fiscaliza todo es Anubis. Este juicio tiene una  importancia muy grande ya que  es algo inédito en las culturas  de la Antigüedad y no volverá a  darse nada parecido hasta el  cristianismo, que recogerá  muchas de las simbologías que utilizaban los egipcios. El juicio de los muertos se  representa siempre de la misma  manera: está presidido por  Osiris, y está asistido por Isis y  Neftis. Los tres dioses están  rodeados por 42 asesores, los  dioses de los distintos nomos. En  uno de los lados aparece el  difunto conducido de la mano por Anubis, "el conductor de  almas". Llegan al centro de la  escena donde hay una balanza;  en un platillo se encuentra el  corazón del difunto y en el otro  una pluma (símbolo de la diosa  Maat). Si pesaba más la pluma que el corazón, el difunto es  exculpado y avanza hacia Osiris acompañado por Horus, alcanzando la inmortalidad. Si era al revés, el difunto debe ir  hacia la Devoradora (mezcla de cocodrilo, hipopótamo y león) para ser consumido. Esta vida sobrenatural estaba reservada al Faraón y a su familia, pero a partir del segundo milenio AC todos podían lograr la inmortalidad. Las tumbas eran individuales o fosas comunes, según el grupo social al que perteneciera el difunto. 

Culto a los dioses. Se realizaba en los templos, dedicados a los dioses. A estos se les atribuía las mismas necesidades que a los humanos. Todas las mañanas los sacerdotes abrían el templo para que el sol iluminase su estatua y luego se procedía a lavarla, vestirla, perfumarla, llevarle ofrendas de comida. Se cantaban himnos y se quemaba incienso (resina aromática) en su honor.

Reforma de Amenofis IV. El faraón Amenofis IV intentó la unificación religiosa del imperio en 1362 AC imponiendo la creencia en un solo dios: el culto al disco solar Atón. Cambió su nombre por el de Akhenatón “el que adora a Atón”. Trasladó la capital del imperio egipcio de Tebas a Tel-el-Amarna y la llamó Akhetatón “ciudad de horizonte”. La reforma duró exclusivamente su reinado porque no logró anular el poder de los sacerdotes partidarios de la religión tradicional.

 Momificación
Juicio de los muertos

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